JOSE A SANTOS – ARTE Y CULTURA
Entrada a la exposición principal ‘ILLUMInazioni’ – las palomas están disecadas
He vuelto de la Bienal de Arte de Venecia, un mastodonte que se organiza en la ciudad que inventó el turismo y la banca y que reúne la troupe del arte internacional cada dos años. Ha sido un viaje relámpago para ver en unas horas lo que se ha organizado para hacerlo en días y días y días. Así que este post tendrá mucho de “aquí hay esto” y “aquí aquello” y quién quiera saber más que se haga con el catálogo principal, si puede: buenamente pesará un par de kilitos de puro conocimiento artístico en italiano e inglés.
Esta celebración del arte se viene organizando desde hace más de un siglo en un parque – por nombre Giardini – que, según parece, cuando no acoge la bienal es el cálido refugio de los yonquis y putas de la ciudad de las góndolas (una breve anotación por si se visita la ciudad en período de barbecho festivalero). Aquí, en los Giardini, hay espacio para una treintena de pabellones nacionales. Lo que significa que sólo hay 30 países con pabellón permanente dentro del espacio de la bienal. 30 agraciados por la Diosa Fortuna, descendida en su día del Olímpo en forma de juego de política internacional de los años 30. Orgullosos de la patria NO os asustéis; la nación española tiene el suyo propio. El primer edificio que te encuentras a la izquierda de la entrada. Construido en los felices años 20. Repintado durante el franquismo para colocarle un aguilucho tamaño XL. Y convenientemente remodelado en esta ocasión para ser contenedor de la propuesta de Dora García ‘Lo inadecuado’.
¿Y de qué va la película de Dora García? Pueeeees, de que lo que hay dentro del pabellón español es inadecuado para estar dentro de un espacio así (no sacaré matrícula por una crítica así, pero es mi impresión para el aprobado “por los pelos” que el espacio del post es corto y he de pasearme por otros pabellones de la bienal). Si queréis más información sobre el lo que ha llevado España: en youtube, aquí, en italiano y como coletilla de la propuesta francesa.
La rotativa de la vida en el pabellón francés
Por cierto, que lo que se ha traído Francia a Venecia en esta ocasión – una instalación de Christian Boltanski – me pareció de lo mejorcito. Reflexionando sobre la vida y la muerte, y la alienación y la identidad. Lo vi después de darme un garbeo (o antes) por el pabellón húngaro donde Hajnal Németh hacía de los restos de un coche accidentado una opera-interrogatorío bastante divertido.
Leer como si se cantara ópera: “Te gustó el pabellón Hungarooooo? Yeees”
Pero para diversión: los estadounidenses, que son una buena gente a la hora de reírse de sí mismos y de su American Way of Life. Hay un poco de humor cuando los artistas Allora y Cazadilla ponen una tanqueta al revés y colocan una cinta corredora encima y a un atleta haciéndola funcionar. Y así, poder exclamar entonces: ¡deporte sobre una estructura militar imponente!? Mmmmmh… interesante.
¿Más humor typical USA? Un cajero automático que es el órgano de una supuesta catedral, con música celestial incluída cada vez que se saca dinero (y se puede hacer) Y de esta manera, exhortar un sonoro: ¡el Dios Capitalismo te concede un crédito! Hehehe… esta pieza me hizo gracia. Qué cosas. En definitiva, los norteamericanos ejercen una sana y humorística crítica sobre su propio sistema en su propio edificio. Pero sin ir mucho más allá.
Eso sí, otros países no parecen tener ni un gramo de sentido del humor sobre ellos mismos. Es el caso de Israel, que aprovecha los metros cuadrados de su pabellón para amueblarse un pisito al estilo ‘Nosotros y nuestro territorio’ y, de paso, chismear sobre sus vecinos y hacer un poco de política exterior.
Entrada al pabellón español – tranquilos el pollo franquista desapareció hace años
Y poco más: he tenido el tiempo justo para ver otros tres o cuatro pabellones – como el de Alemania, que da más miedo que un concierto de Rammstein en un iglesia – o como el del Reino Unido, que es la reproducción exacta y milimétrica de un edificio que sería el escenario perfecto para rodar Syriana 2. Y para pasearme por el espacio principal de esta edición de la bienal de arte – con el nombre de ILLUMInazioni – antes de visitar, bastante cansado y saturado, algunas de las obras que hay en el edificio Arsenal – un espacio cercano a estos jardines que reúne piezas de artistas contemporáneos, fuera del formato nacional que hay en Giardini (y gracias porque, la verdad, esto de separar por naciones me ha dado un poco de pereza y me ha recordado más a Eurovisión – con sus cantantes y canciones representantes – que a una exposición de arte).
Por suerte, entre esas algunas de las obras que veo en el espacio del Arsenal, está The Clock de Christian Marclay. Genial. Y supongo que también para el jurado de la Biennale - ¡que aquí se dan premios! – que le ha concedido el León de Oro en este año 2011. Su idea es simple: reunir fragmentos de películas en los que aparecen relojes o se dice la hora que es. Pero su resultado es espectacular: montar estos fragmentos en una película de 24 horas de duración y hacer coincidir el tiempo fílmico con el tiempo real, ¡uau! Vi más de una hora de copy+paste en la que Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Jean Maria Volonté esperaban las 5 de la tarde para enfrentarse en duelo mientras 12 hombres de un jurado discutían sobre el veredicto y Jason Robards se levantaba de la siesta. Y sus segundos eran mis segundos. Esto es: lo más cercano que se puede estar para estar ahí dentro, en la pantalla; para ser uno parte de una película.
Algunos videos de la Bienal en youtube:
Canal de videos de la 54. Biennale di Venezia
Christian Marclay The Clock 4.07-4.12 pm
Art Biennale 2011 – USA
Art Biennale 2011 – France
Los Sanfermines del arte
09/03/2011
Punto UNO: las ferias sirven para poner en contacto vendedores con potenciales compradores. Y nada más; ya pueden ser ferias de conejos, de yates o de cuadros. En eso todas se parecen y solo cambia la gente que compra y lo que compra esa gente. Así es, por ejemplo, en ARCOmadrid – una feria de Arte Contemporáneo que se celebra en Madrid desde hace 30 años, y que parece estar «en crisis» desde 1981 cuando que organizó por primera vez.
En ARCO lo que se compra y vende es arte hecho hoy: arte contemporáneo, que es una cosa muy vaporosa, etérea, prácticamente inmaterial; por lo que muchas veces no vale su peso en oro, sino el doble, o el triple, o… ¡vete tú a saber su precio! El caso es que es algo suficientemente caro como para que lo compre gente que tienen mucho dinero y un gusto exquisito para diferenciar el grano de la paja; o bien, para ser comprado por gente que tiene mucho dinero y, además, puede contratar a alguien, un experto, que sepa encontrar la mejor obra.
Pero también compran arte actual fundaciones como la de Coca Cola, que este mismo año ha adquirido en esta feria 10 nuevas obras que añadir a su colección; qué cosas: “por cada botella de refresco que se bebe, hay una colección de arte que se hace un poco más grande”. Y es que el objetivo de todo comprador de arte que se precie es el de acumular más arte. Más. Algo más. Otra obra más… y formar lo que se conoce como «Una Colección».
Y las mejores colecciones son – de menos a más – las coherentes, las que dicen «algo» y las que dicen «algo nuevo». Y por encima de todas ellas, están las impresionantes y las fascinantes. Dos categorías en las que se entra si se gasta uno mucho – muchísimo – en obras de artistas consagrados: los más caros… para entendernos.
Asi se pudo ver ‘Madrid desde Torres Blancas” de Antonio López
En esta edición había una de estas obras que juegan en la champions del arte actual: “Madrid desde Torres Blancas”, un cuadro de Antonio López de una vista de Madrid.
Verlo en mi caso fue parecido a acercarse a la Gioconda en el Louvre, lo más cerca que estuve del cuadro fueron los 5 metros de gente que había en el stand de Malborough que lo exponía para la venta – por unos tres millones de euros de nada. Un buen negocio para esta galería que lo compró en la casa de subastas Christie’s de Londres por 1’74 millones de Euros hace un par de años.
No sé si entre los 150.000 visitantes de ARCOmadrid hubo un comprador para “Madrid desde Torres Blancas”; sin embargo parece que el resultado final de esta 30ª edición es el de un clima de “recuperación de la confianza del mercado”, como dice la organización. En otras palabras: que la feria cumplió su punto UNO y se ha comprado más de lo que se esperaba. Así que, el próximo año no quiero escuchar a nadie llorando que ARCOmadrid está en crisis.
Y ahora, el punto DOS: Si quieres ver arte, éste no es tu sitio. Así que puse el pie en IFEMA para vivir mi «primera experiencia Arco» me di cuenta.
¿Que qué tal fue? Pues no vi mucho de “hacia dónde va el mundo del arte” esos días en Madrid. Eso sí conocí a mucha gente metida en este mundo del arte contemporáneo y hablando con una de estas personas la conclusión final sobre ARCOmadrid es que son “los Sanfermines del arte”.
Vaya, no recuerdo correr delante de ningún toro – entonces en Arco los debí ver pasar muy de lejos, desde la barrera de la barrera. Pero eso no es malo. Los encierros duran minutos, y el día es muy largo… Lo que se ve en Arco, lo que se vive en ARCO – a mi nivel «de usuario» – es la posibilidad de conocer gente muy interesante, de hablar mucho de arte y de otras cosas… a veces con sentido y otras soltando soplapolleces (esto último exclusivamente por mi parte). Como en los Sanfermines. Hay que vivirlo. Y luego volver a casa en AVE.
Fuente: ARCO 2011